Hombre de Palabra


BIOGRAFÌA
PADRE CARLOS POZZO S.J.



Nació en Italia un 28 de marzo de 1918, avecindado con su familia en el Callao, por lo que afirmaba ser "chalaco". Fue una vocación tardía la que le permitió ingresar a la orden de los Jesuitas el 21 de abril de 1946, a los 28 años. Diez años después, el 15 de julio de 1956, fue ordenado sacerdote

 Al arribar a Arequipa, decidió utilizar el apellido de su madre. Y es que, como él lo explicaba, la gente no iba a poder recordar su apellido paterno, ni sabría pronunciarlo. Desde entonces todos lo conocemos, simplemente, como PADRE POZZO. Nadie puede recordar si alguna vez retornó a la tierra de sus ancestros. Lo que todos pueden atestiguar es que, desde que llegó a Arequipa, difícilmente se alejó de la Ciudad Blanca.

Los terremotos, la incontenible migración, crearon en un primer momento las barricadas, un cinturón de miseria; que encontraron como respuesta el trabajo y el espíritu del Padre Pozzo, para convertirlos a fuerza de trabajo y de imitación en los grupos urbanos progresistas que ahora son. Haciendo eco de sus palabras: "Trabaja, trabaja".

Para los que sólo valoran las cifras, el padre Pozzo fundó 35 colegios con 17 mil 220 alumnos, 8       sumac wasis ("casas bonitas" en quechua), albergues para niños donde viven 480 menores. Por si parece poco, creó dos centros de educación técnico productiva, dos centros de salud y dos casas de retiro. Todas estas obras brindan servicio gratuito y siempre para los más pobres. Además, ayudó a construir 23 parroquias que entregó al Arzobispado. 

A este padre no le importaba llenar su sotana de tierra. Incluso dejó de usarla a veces para cargar el material de construcción con más facilidad y llevar las carretillas y ladrillos en los hombros, como cualquier otro poblador. Antes del padre Pozzo, pocos sacerdotes llegaban hasta esos pueblos llenos de arena. No en vano se le bautizó como el vicario de los pueblos jóvenes. Luego de los terremotos del 59 y 60, cuando muchos perdieron sus viviendas, fue él quien formó los grupos de reconstrucción y ayudó con el ejemplo. Al haber sido hijo de un albañil, tenía el criterio para guiar la reconstrucción. Así se ganó la confianza y cariño de la población. 





Fue con esa gente que en 1959 fundó los Círculos Católicos de Arequipa, con personas que buscaba defender su fe ante un movimiento comunista bastante fuerte por esos años. De allí vino el primer colegio, para el que también cargó el cemento. Fue el "San Martín de Porres" en la zona de Gráficos en Alto Selva Alegre. La propia gente de los barrios populares separaba una parte del terreno de sus pueblos para colegios, siempre y cuando fueran de Circa. Así fue avanzando esta obra, forjada por laicos, en base al voluntariado que el padre supo apuntalar con su palabra y personalidad. 

Formar líderes en esos pueblos, era una de las premisas del padre Pozzo, según recuerda el alcalde de Paucarpata, Justo Mayta Livisi. El propio Mayta es una de esas historias que el padre Pozzo cambió. "Lo conocí cuando llegué de Azángaro a los 10 años. En esos días ya habían pandillas, habría podido ser un delincuente si es que él no me llevaba consigo", comenta. Mayta formó parte de la juventud revolucionaria católica de Paucarpata, un grupo donde se enseñaba a los jóvenes sobre sus derechos y cómo manejar un gremio.

Una noche de 1986, dejaron a un niño abandonado en el local principal de Circa, ubicado en la avenida Kennedy. El padre Pozzo, conmovido al ver a la indefensa criatura, dijo: "Dios quiere algo con nosotros". Así decidió formar los Sumac Wasi, albergues para pequeños abandonados.



Era fanático de la serie de TV de los 80, "Los Magníficos". Como al musculoso chofer de la ficción, al padre Pozzo le gustaba manejar muy rápido. Incluso en una ocasión se pasó una luz roja. Los policías le reconocieron y dudaron a la hora de la papeleta. Finalmente triunfó el carisma y no hubo multa. Tenía a Dios de copiloto. 




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